“De Jordania nos trasladamos a Sevilla para hacer los interiores de El Cairo, Jerusalén, Deraa y Damasco. No llegamos a construir ningún decorado en platós, salvo por un pequeño diseño creado para la cripta de San Pablo en Inglaterra (…). Elegimos Sevilla por su inherente atmósfera oriental, introducida por los árabes. Granada, con su Alhambra, ofrecía las mismas características, pero en absoluto la variedad de edificios que encontramos en Sevilla”
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